miércoles, 22 de agosto de 2012

Dios, Su Valiant, Yo y Un Perro

Ejercicio de cuento improvisado en la universidad

Un día, mientras caminaba cargado de ideas oscuras, me encontré a Dios cambiando la llanta de un Valiant ’73. Me acerqué a él y le increpé: “¿Pero qué haces tú cambiando la llanta de un vejestorio como este? ¿No tienes acaso un universo qué gobernar? ¡Esto es absurdo! ¡Ridículo! Como si no tuviera ya suficiente escombro en la cabeza, ahora tengo que tratar de entender qué carajos hace Dios cambiándole la llanta a un armatoste viejo y oxidado como este. ¿Qué sigue? ¿Un perro vendrá y me saludará con una sonrisa? ¡Esto es absurdo! ¡Ridículo!”.

Yo seguía ahí, entre aspavientos y reclamos, mientras Dios, serenamente, terminó su quehacer. Llanta montada, herramientas guardadas. Dios, sin decirme una sola palabra, me sonrió al tiempo que abría la puerta del Valiant ’73. Se subió al automóvil, lo encendió y arrancó.

Mientras se alejaba, a la distancia, podría jurar que vi a un perro saludándome con una sonrisa del tamaño de una casa.